Dilemas de Invierno
El invierno es una estación carente de sorpresas. No hay
hojas en los árboles, ni tampoco sol más allá de las cuatro de la tarde en
Inglaterra. Uno, que vuelve de unas vacaciones de Navidad con temperaturas
caribeñas, se da de bruces con un invierno merecedor de su nombre. El país me recibe
con lluvia horizontal y retrasos en trenes y aviones, además de una calefacción
averiada para que pudiera apreciar mejor la naturaleza de la estación. Lo único
positivo, es que esto da lugar a sacar del armario la amalgama de abrigos que
tengo acumulados, convencido de que cada uno de ellos es necesario, y adecuado
para una ocasión. «En invierno, lo que uno enseña es el abrigo» dice mi amigo
Rafa, como si estuviera sacado de una película de Scorsese en Nueva York, y es
cierto que el invierno es más generoso que el verano para vestir, nos ofrece
más oportunidades para ser originales; más capas, al fin y al cabo.
Siempre he pensado que este tipo de clima ha motivado el
ingenio y el humor inglés como una gran ironía, una manera de reírse del entorno
con resignación, o una forma de tomarse las cosas con cierto estoicismo.
Recuerdo frases de Jeremy Clarkson en ‘The Sunday Times’ como «¿Por qué el
pronóstico es tan soso? ¿Por qué en lugar de 'tormentoso' no dicen simplemente
que el mar es 'una vorágine espumosa de terror y desesperanza'?», representativas
ese humor, y que en el caso de Clarkson se tornan en chistes o comentarios
mucho más ‘faltosos’ y afilados, de los que soy amante. Este humor siempre
había sido apreciado en el Reino Unido, hasta que hemos llegado a la enésima
iteración de la sociedad frágil, a la vez que el bueno de Jeremy le ha dedicado
un artículo a la señora Meghan Markle (a la que no sé si llamar ya o no duquesa
de Sussex). Megan, en un ejercicio muy propio de alguien del país que vocifera
sus siglas como un himno de fútbol, se ha dedicado a no mostrar respeto por una
institución tradicional como es la corona británica, con desplantes continuos y
aireando ‘bulos’. Además, por supuesto, de justificar todos sus comportamientos
de diva llamando «racistas» a la familia real (lo que a día de hoy es como el
joker en la baraja de póker). Esto no es del agrado de los británicos, y Jeremy
en su artículo en el diario ‘The Sun’, lo ha resaltado con su particular estilo.
Les recomendaría leerlo, por su humor sin desperdicio, pero por desgracia ha
sido censurado. La puntilla del artículo es una broma donde compara una escena
de Juego de Tronos (una humillación de la reina Cersei Lannister desnuda a
manos del pueblo de la capital ‘Desembarco del Rey’) con lo que él sueña que le
hagan los británicos a Megan, consecuencia del odio que Jeremy le profesa. No
sé si es más preocupante la censura, o la ofensa de gran parte del pueblo
inglés que ha tildado de misógino, racista, y cualquier cosa que quepa en el
cupo a Clarkson. Al parecer ese humor británico afilado y perspicaz ha dejado
de ser patrimonio nacional. Quieren ‘cancelar’
a Jeremy, piden a Amazon que le retiren el programa, y supongo que también
pedirán su ahorcamiento en la torre de Londres. Mientras tanto, Harry publica
sus memorias para terminar de machacar la imagen de la institución que
representa por apellido, y se convierte en otro personaje de pandereta de la
televisión americana en lugar de lo que debería ser. Me parece hasta irónico, que lo que pretendía que
fuera el bombazo de los secretos se vea eclipsado por la particular venganza de
Shakira en forma de canción.
Pobre Harry, ha llegado el invierno a Inglaterra y esto le
ha hecho estar más próximo aún a su pareja. Es la única forma humana y literal
de combatir el frío con la proximidad de dos cuerpos, y se le nota la
influencia hasta en los andares. Me los imagino como a Bob Y Suze en la portada
de ‘The Freewheelin' Bob Dylan’, pelados de frío y juntándose por la situación
más que por amor. Creo que por eso en invierno, especialmente en la época
navideña, tus amigos y sus parejas, empiezan a buscarte novia constantemente
cuando vuelves a casa, aprovechando que tienes frío. Asumen que, evidentemente,
eres incapaz de acometer la tarea por ti mismo, o simplemente eres idiota. Ellos
actúan de forma paternalista, y asumen una supuesta sabiduría cuando las
conclusiones se sacan en plural por ser consenso de dos. En el caso de Harry,
ese consenso de dos le está llevando por el camino de la amargura, y si
extrapolamos ese consenso con superioridad moral a los habitantes de un país,
obtenemos mágicamente la superioridad moral de las mayorías en democracia, lo
que nos está llevando por el camino de la amargura moral a todos. Una amargura
con el sinsentido como dogma, que lleva a estar preocupados de nimiedades,
olvidando los fundamentos de nuestra identidad, espiritualidad, o conocimiento;
la esclavitud de ser hijos de nuestro tiempo como dijo Chesterton.
En definitiva, ha llegado el invierno, y yo no dejo de
sorprenderme viendo a las mujeres inglesas salir de noche vestidas de verano y
no pillar pulmonías, deberían estudiar el grosor de su piel los académicos. Ante
los problemas de calefacción de mi casa, y para que no me pase como a Harry, ya
me he provisto de un calentador eléctrico que me hace compañía y no me miente,
tampoco me intenta influenciar con tonterías, además me ahorra tiempo y estaba
de oferta. Independientemente de la estación, lo importante, como dice Jep
Gambardella en ‘La Gran Belleza’ es «mirarnos a la cara, hacernos compañía, y
tomarnos un poco el pelo». Además (añado yo), darnos algo de cálida esperanza,
sobre todo cálida, que la esperanza ya es algo personal a cero grados las noches
de invierno.